En esta sociedad, en la que cada día nos hemos de mostrar más plurales, parece que el defecto mayor que puede tener una persona es tener ideales. Cuando digo ideales quiero referirme al conjunto de ideas y creencias de alguien, según reza en nuestro Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
¿Y esto por qué? Bueno, una primera respuesta viene del hecho de que aquel que genera un arquetipo idílico, como consecuencia, genera la comparación y, cuando vivimos en sociedad, necesariamente genera el juicio. De ahí que cuando alguien no mantiene nuestros ideales, cuando se sitúa frente a nosotros se siente prejuzgado, por lo tanto, interesa que las personas que forman la sociedad tengan los ideales poco definidos, así no nos sentimos incómodos.
La segunda respuesta es que parece que al tener ideales claramente definidos somos menos pluralistas, admitimos menos variaciones sobre cuestiones morales o de "libertades" y esto nos sitúa frente a lo que se ha dado en llamar pluralismo, que mal interpretado es admitirlo todo.
La "discusión" entre dos personas formadas en unos ideales con contenido, es muy provechosa, pues se pueden obtener conclusiones, acercar posiciones, etc. pero cuando la "discusión" se plantea con aquellos que consideran que el mejor "ideal" es el que se adecúa a las posiciones menos exigentes en materia moral y más condescendiente en materia de "libertades", el resultado es muy poco productivo, porque la búsqueda de estos no es la clarificación de ideas, sino la abolición de las mismas. Los vemos en esta cruzada por el "laicismo" emprendida por el gobierno.
Lo vivimos en estos días en los que la discusión del aborto se aborda como una discusión política, cuando realmente es una discusión moral. La ciencia, en la mayor parte de los casos, ya ha indicado cuándo empieza la vida, luego la moral y la ética deben ponerse de acuerdo con los políticos para no llevar el aborto al infanticidio o al crimen legalizado. La mejor respuesta la oí de una política que hace unos días, dijo "... a nadie se le obliga a abortar...", increible la capacidad de invitar a todos a eludir la responsabilidad social que cada miembro de la comunidad tiene para defender a los más débiles.
Cuando desde posiciones enclavadas en la fé y la moral cristiana se defiende la vida del no nacido, es porque alguien tiene que ponerse en esa situación, hoy sólo oímos hablar de los derechos de la madre, ¿es la única voz que hay que escuchar?.
Como siempre a vuestra disposición en smorales@gesalmed.com
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