Sentado y casi escondido detrás de una taza de café, en
una tarde invernal, cerca de una cálida chimenea, en uno de esos momentos de
encuentros de “veteranos de la guerra”, mi amigo me cuenta que es feliz en el
trabajo, que se lo pasa bien, que le gusta ir a ver a sus clientes, que cuando
ha terminado el día está cansado, pero contento… y casi le da vergüenza decirlo
en casa o en su entorno.
Y es que desde hace mucho, sobre
todo a las generaciones cincuentañeras, nos han transmitido que hemos venido al
mundo a sufrir, a que nos duela el trabajo, “al sudor de tu frente” y en ese
envoltorio de …” si no es así no debe ser bueno lo que haces”, nos resulta un
contrasentido ser felices o pasarlo bien mientras nos dedicamos a “producir”, a
vender, a hacer clientes, etc.
Le expliqué a mi amigo que me
considero un privilegiado porque he tenido trabajos muy diferentes, en todos
ellos me he divertido mucho, he sido feliz y me han tocado siempre excelentes
compañeros y jefes. Como en todo, ha habido momentos más complejos y otros más
serenos y llevaderos, unos de más éxito y otros de menos, pero mirando hacia
atrás, observo un paisaje tremendamente gratificante.
Me cuesta imaginarme la vida de
quien va, cada día, al trabajo como a una tortura, debe ser muy difícil. Así
que tranquilicé la conciencia de mi amigo, indicándole que era mejor que
siguiera disfrutando porque sólo así se puede ser creativo, se puede ser
generoso con los demás, se pueden ver las SOLUCIONES en la mayor parte de los
casos y no los problemas, como sucede con otros.
Muy de acuerdo con tus aportes Sergio ;) el estar agusto en el trabajo te hace ser más productivo y querer mejorar constantemente. Los equipos directivos deben hacer por mejorar el ambiente laboral de sus trabajores puesto que estos son el motor de la empresa, y si las piezas no funcionan correctamente, el trabajo en conjunto se resiente, ya sea en bajada de ventas, mala atención o falta de especialización.
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