Hace tiempo que me di cuenta que no somos quien
para marcar el camino del éxito a nadie. Esto que parece una “perogullada”, es
simplemente una realidad de la que hemos de ser conscientes todos, en nuestros
distintos roles.
Desde el rol de padres, en el que podemos poner
a nuestros hijos en las puertas de caminos, que ellos deben escoger; hasta el
rol de Directivos, en el que hemos de mostrar a los miembros del equipo las
necesidades de la empresa, las necesidades del mercado, proponerles proyecto,
pero dejar que sean ellos los que decidan su camino. Un camino que les ha de
conducir a la conciliación entre “corazón” (lo que deseo) e “intelecto” (lo que
es oportuno y conviene).
El “éxito” (manido término), es una percepción
subjetiva, así encontramos a persona en ese punto de logros que nosotros
añoramos y a ellos les produce insatisfacción y, al revés, personas con una
vida que nosotros consideramos mediocre y ellos valoran como un éxito. La
subjetividad prima en esto y nos debe hacer reflexionar.
En este sentido, he pretendido siempre hablar con
mis hijos para trasladarles ideas de algunas cosas de la vida, del mundo
empresarial y de las relaciones humanas, etc., pero con los años pretendo que
sus elecciones sean lo más “libres” posible, pues sólo ellos pueden reconocer
el camino de “su éxito”.
En el caso de los miembros de mi equipo de
trabajo, pretendo trasladarle las necesidades de su entorno profesional, para
que valoren en cuando pueden mantener en equilibrio “corazón” e “intelecto” en
ese ambiente y que eso les conduzca al éxito que buscan.
Al contrario de lo que otros puedan pensar, para mí el éxito no llega con los años, cada época tiene
una motivación y una sensación de éxito distinta.
Como siempre a vuestra disposición en http://www.facebook.com/sergio.moralesparra
y @sergiomp1961 en Twitter.
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